Pablo Pineda es el ejemplo más conocido de éxito educativo del Proyecto Roma. Este malagueño, nacido en 1974, posee un Grado en Artes, diplomatura en magisterio, Concha de plata al mejor actor en el festival de San Sebastián de 2009, escritor, divulgador, psicopedágogo… y también famoso por ser el primer europeo portador del síndrome de Down en lograr titulación universitaria.

Pablo Pineda y el éxito del modelo educativo inclusivo

El profesor Miguel López Melero (Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga), uno de los impulsores del proyecto Roma, concienció al joven Pablo de 7 años sobre sus posibilidades educativas sin que la presencia del síndrome supusiera un obstáculo o incapacitación para llevar una vida académica. Los frutos arriba reseñados, según reconoce Pablo, son consecuencia directa del empeño de sus profesores, familiares y personas de su entorno en proporcionarle las condiciones adecuadas para su maduración académica y como persona. El profesor López repite desde hace tres décadas que el déficit no es cuestión genética, que no es un atributo de un tipo de persona, sino que esa deficiencia se construye según la educación que se le dé a esa persona.

Pablo dedica gran parte de su tiempo a tareas de sensibilización e información sobre la educación inclusiva en varios países de Europa y e Hispanoamérica, desarrolladas con la fundación Adecco desde el año 2010. Ha publicado, hasta el momento, dos libros de contenido divulgativo: El reto de aprender (2013), y Niños con capacidades especiales: manual para padres. Siempre optimista, experto en derribar barreras, se muestra orgulloso de su condición y de hasta donde ha llegado, de momento, porque Pineda no tiene techo. Defiende que los niños con síndrome puedan desarrollar su educación en la escuela pública.

En el año 2010 la Fundación Adecco, que participó en la producción de la película “Yo también” (que popularizó la figura de Pineda y le reportó el premio en el festival de San Sebastián), le propuso a Pablo participar en un ciclo de conferencias a nivel internacional. Dichas ponencias sobre inclusión socio-laboral, se impartirían en diferentes países en busca de concienciar a la opinión pública sobre un trato laboral sin distinción a las personas con capacidades diferentes.

Educación superior y discapacidad

La barrera más surrealista con la que se topó Pineda se la encontró al gestionar su ingreso en la Universidad. El obstáculo no se lo impusieron los prejuicios, sino la burocracia. Resultó que la inteligencia de Pablo era casi el doble de la exigida para el ingreso de alguien con su condición genética, pues se le exigía una minusvalía del 60 % mientras que él tiene un 33%. Gracias a la ayuda de un catedrático, se pudo solventar el papeleo. Esta paradoja demostró que todavía falta ajustar el sistema educativo para una adecuada integración. Fue una de tantas luchas que afrontó, pues anteriormente también luchó para recibir clases en una escuela pública y para continuar en el Bachillerato y volvió a batallar para poder matricularse en una universidad.

El profesor Melero le concienció que el síndrome de Down no le impediría estudiar si lo deseaba, y comenzó su andadura en la escuela pública. Años llenos de progresos y desafíos, incluso tuvo que soportar la crueldad de otros jóvenes durante su bachillerato. Para Pineda los centros de educación especial son anacronismos de épocas y mentalidades pasadas, cuando se tomaba el síndrome de Down como algo malo y que había que ocultar a la vista. Veía esta clase de centros como una especie de guetos excluyentes, y que la escuela pública sirve para que se potencie el aprendizaje mutuo entre niños de diversas condiciones.

Es una leyenda urbana que las personas con Down viven poco. No sólo llegan a la edad adulta, sino que quieren trabajar. ¿Qué ofrece un empleado con síndrome a la empresa que lo contrate? Pineda explica que se trata de un personal laboral que aporta mucha empatía, dedicación, alegría y atención al detalle. Pablo posee dos titulaciones universitarias: Magisterio en Educación Especial y Psicopedagogía. El siguiente reto laboral, terminado sus estudios de Magisterio, consiste en que la ley es ambigua respecto a que alguien con discapacidad ejerza de maestro. Él considera que todavía existen barreras a ese respecto y que bastantes padres de niños se negarían a que sus hijos recibieran clase por parte de un profesor con síndrome de Down.

Las conquistas de Pablo Pineda contaron con el sostén de su familia y de algunos docentes que lo motivaron. Según él, la gente no aprende sola, sino mediante el contacto con otras personas, intercambiando conocimientos entre todos. La familia, por su parte, fomentó su autonomía sin sobreprotegerlo; esta es, para el profesor Pineda, la actitud ideal de los progenitores a la hora de criar a cualquier niño. Como él cita: “Lucho contra el paternalismo y la sobreprotección de algunos padres, algo que hace a los niños dependientes. Esa actitud tiene muchos inconvenientes, porque no enseña a los niños a enfrentarse a sus problemas e intentar buscar salida a ellos”.

Acercamiento al proyecto Roma

Se trata de un proyecto educativo colectivo que comenzó con la denominación original de: “Competencia cognitiva, cultural y calidad de vida: otro modo de educar a las personas con síndrome de Down”. Las investigaciones se llevan a cabo entre profesionales de diversas ramas en España, Italia e Iberoamérica. El objetivo es facilitar la integración en el aula y el acceso a la educación de los jóvenes con capacidades diferentes. Para lograrlo, el equipo internacional aporta diferentes estrategias que, además de la inclusión en la escuela, buscan mejorar el ambiente social y familiar de los niños, con el fin de que vayan consiguiendo y manteniendo su autonomía personal.

Conoce al profesor Miguel López Melero

Miguel López Melero, uno de los impulsores del proyecto, descubrió hace décadas que la falta de relaciones humanas en los niños con Down eran las verdaderas causas limitantes de sus capacidades, más que por la afectación de sus respectivas condiciones genéticas. El profesor entendía la inteligencia como algo que se puede entrenar y fortalecer, no como algo hereditario. Si los jóvenes con Down eran capaces de hablar, sentir o socializar, también eran susceptibles de explotar otras cualidades que el modelo educativo imperante para los discapacitados no concebía que pudieran desarrollarse.

Con el tiempo, el proyecto Roma ha llevado hasta la concepción de la escuela y el aula como una reproducción del funcionamiento del cerebro humano. Esta visión educativa, basada en la neurociencia, divide el aula en una serie de espacios, cada uno dedicado a ciertas labores del alumnado: existe una zona de pensar, otra de comunicarse, otra sirve para desplazarse y otra para expresar afectividad. El aprendizaje se convierte en una labor grupal en la que participa cada alumno en un ambiente de convivencia y colaboración. El contexto del aula le aporta a cada niño sobradas oportunidades para expresar cualquier capacidad que posean (y desarrollarla).

El proyecto Roma, como se mencionó, traspasa las fronteras del aula, y no sólo engloba a las personas con Down, sino al colegio entero, las familias de los niños y la sociedad en general. La inclusión y la mejoría de la calidad de vida de las familias de los niños se abordan como factores tan importantes como la labor educativa en el colegio.