Cuando un niño roba es importante tomar medidas para evitar que esta actitud se vuelva una costumbre. Educar a los niños para que entiendan que este acto está mal es fundamental. Aquí te explicaremos todo lo que debes hacer si tu niño roba y cómo actuar frente a esta actitud.

La psicología evolutiva dicta que los niños suelen desarrollar su conciencia moral alrededor de los siete años. De acuerdo a especialistas en el tema, entre los cuatro y los seis años comienza una etapa donde el infante va descubriendo los distintos modos de comportamiento en la sociedad por medio de la imitación (tanto a los adultos más cercanos y compañeros de kinder como otros modelos estimulantes como la televisión).

No es de extrañar que adopten ciertas actitudes que son nuevas e inocentes para ellos, pero que a los adultos les cause preocupación. Los robos son un tema que a los adultos les cuesta enfrentar porque creen que fallaron como padres o que alrededor del ambiente del niño hay una mala influencia.

Lo primero que debes hacer ante una situación de este tipo es no juzgar al niño. No le digas que es un ladrón o que merece un castigo. Durante estos primeros años de formación, es natural que aprendan las nociones de Bien y Mal a través de la propia experiencia. Por ende, es necesario que el adulto sepa cómo lidiar con un niño que roba de forma adecuada.

Los padres deben reconocer los actos de sus hijos

Los niños que roban no siempre son conscientes de que lo que hacen está mal. La mayoría de los casos, sobre todo en los infantes más pequeños (entre los cuatro y los seis años), todavía están aprendiendo los valores esenciales para vivir en convivencia, lo cual los mete en tremendos malentendidos.

Lo primero que debe hacer un padre es mantenerse objetivo y bajo ninguna circunstancia juzgar a su niño. Ten en cuenta que los niños se sienten atraídos por muchos estimulantes, por ende, que tomen un juguete ajeno no es un acto delictivo si sólo se sienten atraídos por sus colores y características, y quisieron cogerlo para apreciarlo mejor.

Ahora bien, corresponde a los padres corregir orientando a los niños en el camino de las buenas acciones y las malas decisiones. Los adultos tienen que asegurarse de la verdadera naturaleza del acto de sus hijo y a partir de ello, tomar una medida.

Posibles causas por las que mi niño roba

Si se da por entendido que un niño pequeño roba sin ninguna intención de perjudicar a alguien, conviene mantenerse serenos y averiguar por qué el infante sigue este comportamiento. Las causas por las que un niño roba pueden variar de acuerdo al contexto general y el modo de ser del chico.

A veces, como se tocó un poco más arriba, se trata de una conducta que imita de un tercero. Si el niño recibe el ejemplo de padres, familiares o amigos que son déspotas con los objetos materiales de forma naturalizada, o peor, son testigos de un hecho delictivo en el que quitan a otros sus cosas sin su permiso, no es de extrañar que copie sin saber.

El autocontrol en los niños es también una probable excusa para que empiece a robar. Producto de su curiosidad por algo, o porque simplemente no puede resistirse al acto, frenar los impulsos es algo que se adquiere con la edad, con la madurez de la infancia tardía (alrededor de los cinco y siete años).

En otras ocasiones, muchos niños carecen de algo en el hogar o en el kinder y quieren que los adultos se fijen en ellos. Cuando padecen de una necesidad afectiva o material, es posible que consideren tomar algo de un tercero.

También puede pasar que un niño se sienta presionado por sus amistades. Si comienza a robar por seguir un reto o porque otros le impulsaron a hacerlo, es cuestión de revisar la fuente de este comportamiento y primero solventarlo entre los representantes antes de dirigirse a los hijos.

Otra posible causa por la que un niño roba es para sentirse el más osado entre su grupo de amigos, o por rebelarse contra la autoridad (los padres, maestros o dueños de locales), incluso por un malsano sentimiento de envidia. Si bien estos son rasgos de una conducta más consciente y definida, propia del adolescente, no deja de pasar en hijos más pequeños.

 

¿Qué hacer si mi niño roba?

Mantenerse sereno y controlado es el primer paso para avanzar en el caso de un niño que roba. De nada sirve emitir juicios de valor o humillarlo por su conducta si él no es consciente de que tal cosa está mal. Los adultos deben saber encaminar a sus hijos de manera que ellos no se sientan agredidos y no se rompa la relación.

Por más minúsculo e insignificante que haya sido el acto, hay que dejarles muy en claro que robar está mal. Algunos niños no entienden cuándo algo está bien visto y cuando no, por eso es necesario decirles que el robo afecta negativamente a las personas.

Así mismo, los padres deben ayudar a sus chicos a lidiar con sus emociones y sentimientos. Los niños, conscientes ya de su error, pueden asustarse, rechazar que están equivocados o negar que eso pasó.

Otra cosa a la que hay que prestar atención como adultos con niños que roban es enseñarles que por cada acción hay una consecuencia. Enfrentar el error implica, mínimo, devolver el objeto robado y pedir disculpas directamente al afectado, asumiendo la culpa y la responsabilidad.

También es necesario orientar a los niños a valorar los bienes. Si deben trabajar en casa o abstenerse de algo que les guste mucho hasta saciar la deuda monetaria de lo que robó le enseña a que solo trabajando se obtienen las cosas.

Adolescentes y niños que roban

Los adolescentes que roban son mucho más difíciles de manejar por su naturaleza disidente. Si bien sus motivaciones no difieren tanto de las de los niños, su conducta es más compleja,  lo cual requiere una intervención más delicada.

Los métodos anteriores sólo sirven si el adolescente acepta su parte, pero si no, algunos padres se ven obligados a tomar medidas represivas. Gran error, pues estás fomentando la violencia, la manipulación tóxica y las malas acciones.

Como adultos, lo mejor es recurrir directamente al muchacho y trabajar en base a sus necesidades personales. Además, los robos pueden evitarse si se nutre una relación de confianza entre padres e hijos. Eso implica: fomentar el crecimiento personal entre ambos, escucharse, apoyarse, vivir en sincronía, entre otros.

Cuando los adolescentes y niños comprenden que sus malos actos tiene consecuencias, se les debe instruir para que asuman las responsabilidades de sus actos. Si un niño roba, quiere decir que hay un factor en su crianza o en su ambiente que lo incita a ello. Si no existe un vínculo afectivo sano entre padres e hijos, educación, cultura ni noción de pertenencias, es más probable que los niños cometan este tipo de cosas.

Evita futuros problemas enseñándole a tu hijo qué puede hacer si se siente tentado a tomar algo que no es suyo. La clave para evitar que sucedan este y otros actos delictivos es la comunicación y la confianza entre los chicos y sus representantes. Habla con tu hijo. Si tu niño roba, busca qué factores lo motivan a ello y oriéntalo para que cambie su actitud.