Síndrome de Sanfilippo, el Alzhéimer infantil

¿Qué es el Síndrome de Sanfilippo?

Es una enfermedad metabólica, hereditaria, degenerativa y mortal. Uno de los principales problemas que afecta a todos aquellos que sufren esta enfermedad rara es que se tarda en diagnosticar.

Se trata de una enfermedad genética que afecta a los niños al inicio de su vida y que les lleva a un deterioro progresivo de sus funciones, similar al que se observa en la demencia, y a una muerte prematura.

Es una de las más de cuarenta enfermedades lisosomales, es decir, aquellas causadas por la disfunción de alguna enzima lisosómica. La enfermedad también es conocida como Mucopolisacaridosis tipo III (MPSIII).

El síndrome de Sanfilippo (MPS III) comprende un grupo de enfermedades muy similares entre sí, divididas en 4 subtipos, según su defecto genético:

  • El tipo A, o enfermedad Sanfilippo A (MPS IIIA), se debe al defecto genético de sulfamidasa, MPS III B .
  • La enfermedad de Sanfilippo B se debe al déficit del enzima N-acetyl-glucosaminidasa (NAGLU).
  • El tipo C a la deficiencia de N-acetyl-transferasa.
  • el tipo D a la deficiencia de de N-acetyl-glucosamina-6-sulfatasa.

¿Qué causa este síndrome?

Este síndrome se causa por la ausencia o el mal funcionamiento de una de las enzimas de las células necesaria para descomponer y reciclar materiales complejos que el cuerpo no necesita.

Debido a este fallo genético, el material que debería descomponer (heparán sulfato) se acumula en las células con consecuencias devastadoras para el organismo, causando deterioro mental, hiperactividad y tendencias autodestructivas, desembocando en una muerte prematura durante la adolescencia.

Lo desconcertante del Alzhéimer infantil es que sus síntomas no son fáciles de identificar, por lo que pueden confundirse con otros trastornos como el de déficit de atención (TDA) al haber también hiperactividad y dificultad en el aprendizaje.

La “herencia” genética

El Síndrome de Sanfilippo se hereda como un rasgo autosómico recesivo, en el que se debe haber heredado un alelo mutante de cada uno de los padres. Ambos padres del paciente generalmente son portadores de la enfermedad.

El riesgo de que sus hijos reciban el alelo recesivo de cada uno de ellos y por tanto resulten afectados es de 1:4 (25%); la probabilidad de que tengan hijos sanos para el síndrome de Sanfilippo 1:4 (25%) e hijos portadores del síndrome de Sanfilippo 1:2 (50%), que afecta a ambos sexos por igual.

En cada nuevo embarazo existe un 25 % de probabilidades de tener un hijo afectado. La ciencia nos permite eliminar este riesgo con técnicas y también nos da la opción de realizar un test durante el embarazo, aunque ambas opciones tienen connotaciones éticas y morales que cada uno afrontará de manera diferente.

La “herencia” genética del síndrome de Sanfilippo

¿Se puede prevenir?

Si hay antecedentes familiares se recomienda un consejo genético antes de la concepción. Hoy en día, gracias a las técnicas de diagnóstico genético preimplantacional, método para detectar anomalías genéticas y cromosómicas en el embrión, se puede conseguir un embarazo eliminando el riesgo de enfermedad.

Por otra parte, durante el embarazo se puede realizar una biopsia corial entre las semanas 12 y 15 de gestación o una amniocentesis entre la 15 y 16 para determinar un diagnóstico prenatal.

¿Cómo se diagnostica esta enfermedad?

El síndrome de Sanfilippo o Alzhéimer infantil suele mostrar sus primeros síntomas entre los 2 y 6 años de vida de los pequeños. El diagnóstico suele darse con bastante retraso, ya que en algunos casos la enfermedad puede iniciarse con signos o síntomas inespecíficos y que no se acompañan aún de un deterioro neurológico que  haga sospechar la presencia de esta enfermedad.

La prueba diagnóstico, que es el análisis de orina conocido como Test de Berry,  determina si hay altas concentraciones de heparán sulfato en la orina. Una vez confirmado este punto será necesario realizar un análisis de fibroblastos que habitualmente se obtiene a partir de una biopsia cutánea del paciente o por análisis serológicos del nivel de enzima en leucocitos por análisis sanguíneo para así identificar cuál de las cuatro enzimas es la deficiente y, por lo tanto, determinar el subtipo: A, B, C o D.

La cantidad de heparán sulfato en orina no está relacionado de forma proporcional con la gravedad de la enfermedad. Es decir, pacientes con formas leves pueden tener un alto nivel de mucopolisacárido en orina y, por el contrario, pacientes muy afectados pueden tener niveles urinarios muy bajos de heparán sulfato.

Algunos síntomas frecuentes de Sanfilippo

El inicio y la progresión de la enfermedad puede ser muy severa, comenzando en la primera infancia y teniendo una progresión dramática habitual, o puede ser más moderada iniciando su expresión a lo largo de la edad escolar o incluso en algunos casos en la adolescencia o edad adulta.

Lo más remarcable de la enfermedad, respecto a otros tipos de MPS, es la afectación principal del sistema nervioso central, sin otra sintomatología periférica de otros órganos, especialmente al inicio de la enfermedad.

Otros niños con formas moderadas pueden tener un desarrollo normal en la primera infancia y en los primeros ciclos de escolarización. Los síntomas comenzarán con caídas frecuentes sin razón aparente, o problemas de aprendizaje o de comportamiento que serán motivo de consulta y estudio a través de los cuales se llegará al diagnóstico.

Entre los síntomas más frecuentes se encuentran los siguientes:

  • Agresividad
  • Hiperactividad y trastornos de conducta
  • Trastornos del sueño (dificultad para conciliar el sueño, hablar dormido)
  • Cambios bruscos del estado de ánimo
  • Dificultad en el aprendizaje del lenguaje
  • Diarrea crónica
  • Infecciones respiratorias

Entre los síntomas más frecuentes del síndrome de Sanfilippo se encuentra la agresividad

  • Puede haber problemas para aprender a caminar y de equilibrio, rigidez en las articulaciones (no se extienden por completo)
  • Labios y cejas gruesos y rasgos faciales toscos
  • Vientre inflamado
  • Puente nasal abierto
  • Suelen alternar intensa frialdad de manos y pies con calor y sudoración de las mismas.
  • Otitis recurrentes lo que obliga a drenajes repetidos a nivel del oído medio. Esto, a su vez, empeorará la audición y le dificultará aún más la adquisición del lenguaje.
  • Sensibilidad cutánea reducida, por lo que tienen un alto umbral del dolor o, lo que es lo mismo, reducida la sensación de dolor.
  • Epilepsia
  • Por lo general, no llegan a tener completo control sobre los esfínteres.

¿Hay esperanza de cura?

La terapia génica iniciada en el Centro de Biotecnología Animal y Terapia Génica de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) que dirige la doctora Fátima Bosch  puede dar con la clave de la curación de una enfermedad que, hoy por hoy, no tiene tratamiento.

Algunos especialistas involucrados en este proyecto afirman que en algunos animales no solo han parado la enfermedad, sino que han conseguido revertirla completamente en los tratados en edad temprana. La esperanza es que estos excelentes resultados se repliquen en los ensayos clínicos con humanos.

El equipo de científicos ha conseguido administrar (en ratones) el vector viral directamente al líquido cefalorraquídeo que riega todo el cerebro y recorre la médula espinal por lo que se extiende por todo el sistema nervioso central, el principal afectado.

La administración se realizará a través de una única punción en el ventrículo, un área del cerebro que es una vía habitual utilizada por neurocirujanos pediátricos para diferentes casos, como la hidrocefalia.

El síndrome de Sanfilippo ha pasado a ser el foco de atención de varios grupos de investigación de expertos que tratan de buscar la cura a enfermedades de causa conocida. A estos se les plantea un atractivo desafío para conseguir lograr dicha cura.

La contrapartida a ese interés científico es el desinterés o muy escaso interés económico que plantea a las grandes multinacionales farmacéuticas que no ven rentabilidad en fomentar y desarrollar investigaciones para conseguir dichos tratamientos.