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Autonomía y gestión del tiempo
En los primeros años de vida, la autonomía es una de las bases sobre las que se forma nuestro autoconcepto y autoestima. Un niño autónomo es aquel que es capaz de realizar por sí mismo aquellas tareas y actividades propias de los niños de su edad y de su entorno socio-cultural.
Los siguientes materiales y juegos permiten dar a conocer y promover hábitos de higiene, alimentación y autonomía a la hora de vestirse, por medio de secuencias, fichas, calendarios y plannings.
La autonomía se aprende progresivamente. Darles responsabilidades es ofrecerles la oportunidad de hacerles sentir válidos. Dejarles tomar pequeñas decisiones y elegir entre diferentes opciones acordes a su edad es fomentar su autonomía.
La organización y la gestión de su tiempo, tanto de ocio como de obligaciones, mediante la planificación de actividades diarias, también ayuda a aumentar su autonomía.
Enseñar las primeras nociones del tiempo
La edad de tres años suele ser todavía algo confusa para los niños, cuando se les intenta decir cuando va a suceder algo o cuando va a poder realizar algo, ya que hasta que no cumplen los cinco años no son del todo conscientes de la necesidad de aceptar determinadas esperas.
No obstante, a los tres años preguntan mucho acerca de cómo suceden las cosas y cuando van a pasar, aunque no entiendan el concepto de la noción del tiempo en si, se impacientan y quieren saber más, por eso hay algunos trucos que podemos utilizar para ayudar a nuestros hijos a entender mejor el concepto del tiempo.
Qué conceptos puede comprender un niño sobre la noción del tiempo
Utilizar el “antes” y el “después” de forma correcta, nos ayudará al principio, por lo que si conseguimos que nuestro hijo comprenda y utilice esos términos para contestarnos acerca de preguntas simples, podemos conformarnos, sobre todo cuando hablamos de niños de entre tres y cuatro años. A esta edad, los niños irán comprendiendo conceptos como:
- Diferencia entre el día y la noche: esta es una de las primeras nociones que pueden adquirir, y podemos reforzarla enfatizando con actividades repetidas todas las noches o todas las mañanas. Por ejemplo, seguir un ritual de baño, cena, cuento y a dormir, todas las noches, y al despertar por la mañana cantar una canción para vestirnos. Esto les ayudará de una forma muy notable en la comprensión del orden cronológico y en el desarrollo de cada cosa.
- A esta edad ya van comprendiendo expresiones que se refieren al tiempo, que pueden escuchar en su vida cotidiana, por ejemplo “date prisa”, “vamos a llegar tarde”, “espera un momento”, etc.
- Desayunar, comer, merendar, cenar … según vayan siendo más mayores irán comprendiendo los conceptos que diferencian unas comidas de otras, y el tiempo que transcurre entre ellas. Esto les servirá de referencia temporal, algo que debemos utilizar para orientarles, y ayudarles a mantener esas rutinas podrá permitirles saber qué es lo que sucederá después.
No obstante, se confundirán y utilizarán las expresiones de forma incorrecta, por ejemplo diciendo “ayer” cuando quieran referirse a “mañana”, o expresando la necesidad de hacer algo “mañana” cuando en realidad sucederá dentro de unos meses, como la navidad, las vacaciones de verano, etc.
Cómo ayudar a los niños a comprender la noción del tiempo
Obviamente es un proceso que nos llevará tiempo y que, según vayan siendo más mayores los niños podrán ir adquiriendo de forma natural. No obstante, podemos ayudarles para que puedan comprender el concepto de la noción del tiempo de un modo más sencillo:
- Entender que existe un momento del día concreto para la realización de cada tarea, por ejemplo desayunar, recoger el desayuno, ir al colegio, volver a la hora de comer, poner la mesa, comer, recoger, etc. Si les dejamos que nos ayuden a realizar algunas de las tareas domésticas que están directamente relacionadas con ellos, podrán reforzar esa idea que intentamos hacerles entender, sobre que hay un momento del día para cada actividad. Para este tipo de actividades es bueno contar con un planning de actividades diarias que muestre en el todas las tareas a realizar, con sus relojes en formatos digitales y analógicos.
- Utilizar el juego para enseñar también es una buena opción, por ejemplo con marionetas que nos ayuden a revivir algún hecho pasado, para que entiendan y aprendan a colocar de forma cronológica la sucesión de los hechos.
- Juegos como el tiempo y el reloj que nos ayudan a trabajar tanto el tiempo como las horas y todo a través del juego, visualizando las actividades que los niños hacen a lo largo de cada jornada.
- Juegos de secuencias que ayuden a los niños a ordenar de forma cronológica las distintas imágenes que en las fichas se presentan. Son secuencias progresivas que tienen como objetivo desarrollar la noción del tiempo en los niños y su percepción cronológica.
- Calendario semanal que incluye la posibilidad de modificar las fichas, según el día en el que nos encontremos, con dibujos, números, los días de la semana, el tiempo, conceptos como ayer, hoy y mañana, etc.
Trucos para enseñar la noción del tiempo a los niños
Como hemos dicho es un concepto que resulta demasiado abstracto como para hacérselo entender a un niño, sobre todo a los más pequeños. Por eso, la utilización de recursos y juegos concretos pueden ayudarnos a explicárselo de una forma más sencilla.
Materiales para explicar la noción del tiempo
Hacerles comprender que el tiempo corre y que todo tiene una duración determinada puede ser más sencillo si les ofrecemos materiales concretos como por ejemplo los relojes de gel o los relojes de arena, en los que pueden comprobar cuanto tiempo transcurre mientras pasa todo el contenido de un lado hacia el otro.
Por ejemplo se puede utilizar para ir a la cama “cuando pase todo el tiempo del reloj de arena, te vas a la cama” o para apagar la consola, recoger los juguetes, etc. Podemos utilizarlo en nuestro beneficio y sobre todo en el del niño, enseñándole cuanto tiempo se tarda en realizar determinadas cosas, o cuanto tiempo transcurre hasta poder hacer algo concreto. Esto les ayudará a mejorar la gestión de su tiempo y de todas las tareas que tengan que realizar.
El niño entenderá el concepto en sí, de forma sencilla, y le encantará ver cómo pasa todo el contenido del reloj de un lado hacia el otro.
Del mismo modo podemos utilizar temporizadores o el reloj típico de cocina que ponemos en una medida de tiempo concreto y que hace sonar su alarma cuando éste transcurre.
Aprender a vestirse con nuestros juegos de vestir
Según la madurez de cada niño, pueden comenzar su aprendizaje apenas dejan de usar el pañal. Normalmente, consiguen vestirse por sí mismos entre las edades de 2 y 4 años aproximadamente. Es labor de los padres facilitar el proceso y respetar el ritmo de aprendizaje del pequeño. En casa les pueden incentivar el aprendizaje con juegos y de forma divertida cuando se lo soliciten.
Los trucos y juegos para aprender a vestirse son variados, y consiguen que el proceso resulte divertido para en niño:
Permitir el aprendizaje infantil a vestirse
Entre las pautas a tener en cuenta, resulta prioritario no obligar a que el niño aprenda a colocarse todas las prendas a la vez, pues determinada ropa precisa cierta habilidad para vestirla. Es recomendable establecer una gradación del aprendizaje según la destreza requerida para ponerse la prenda. Primero, por ejemplo, se puede permitir al pequeño que se coloque solito los calcetines o la ropa interior, aquellas prendas con cinturas elásticas que no requieren posteriores abotonados.
Los niños pueden recibir pistas de los padres sobre cómo colocarse cada prenda, por ejemplo mediante la ubicación de la etiqueta del cuello, o de las costuras de la ropa. Superada esta etapa, se puede intentar que sepan vestirse con prendas que incorporan cierres fáciles de manejar, como velcro. Los cierres tipo cremallera, botón o cordones son preferibles dejarlos para más tarde.
Los padres deben disponer las prendas en la secuencia adecuada: primero la ropa interior, hasta terminar con el abrigo. Con esa sencilla precaución el niño puede interiorizar el orden de las prendas.
Tampoco es recomendable terminar de vestirle cuando el niño se atasca o vacila durante el proceso. Esta ayuda mal entendida, provocará que el pequeño tarde más de la cuenta en saber vestirse. Es preferible explicarle los pasos del proceso, a ejecutar la acción en su lugar.
Es preciso concederles su tiempo, dejar que su lentitud inicial se convierta en habilidad en vez de apresurarles por su tardanza y ponerles nerviosos. Para eliminar el factor prisa, los padres pueden iniciar el adiestramiento durante los fines de semana, cuando no debe vestirse contrarreloj para ir al cole. Facilita la tarea que el niño se vista en un entorno tranquilo, sin distracciones como la televisión.
Una vez que el pequeño sepa vestirse, nunca volver a ayudarlo.
Juegos para aprender a vestirse
Un juego de disfraces donde los pequeños deben vestirse solos, concursos entre los niños para vestirse antes, o jugar a vestir los muñecos favorecerá la nemotecnia sobre el orden de las prendas y cómo vestirlas.
Componer canciones con las prendas, o pintar letras en la plantilla de los zapatos son otras formas de reforzar el aprendizaje. Es necesario empatizar con la mente del niño: su memoria apenas se ha desarrollado y resulta corta en comparación con la del adulto, y necesitará la repetición de las explicaciones sobre la vestimenta.
Para que aprenda a colocarse las faldas o los pantalones, se puede jugar a buscar la etiqueta y las costuras, y explicar que los bolsillos grandes suelen caer siempre hacia la parte de atrás. Para que aprenda a abrocharse, puedes proporcionarle al niño un abrigo de adulto con botones grandes que le permita pulir su destreza con el abotonado.
Para manejar las cremalleras, pueden añadirse cordones o tiradores en la hebilla para que el niño pueda tirar de ellos y subirla. En esta fase, le puedes comprar zapatos con cierre de velcro en vez de mediante cordones. Las faldas y pantalones con cintura elástica en vez de botones, calcetines sin talón para que los coloque siempre correctamente, y los jerséis y sudaderas deben ser de cuello ancho para que el niño pueda pasar la cabeza sin agobiarse. Las prendas superiores deberían lucir un dibujo o bordado para que el niño sepa cuál es la parte delantera.
Los juegos que entrenan la motricidad fina, como los puzles o juegos de encaje, aumentarán la pericia manual del pequeño. Los padres deberán ser pacientes con los fallos del niño y no agobiarle ni meterle prisa, pues no es probable que acierten a la primera a la hora de enfundarse una camiseta o los calcetines. En todo momento, el niño debe recibir motivación de los padres para que disfrute de esa pequeña conquista de autonomía personal.
Asume que existirán pasos atrás con los pequeños. Unos días querrán vestirse y desvestirse solos, y otros días no les dará la gana de realizar ninguna de ambas tareas. Se recomienda constancia y paciencia, y no forzar en exceso al pequeño. Suele ser preferible que ejecute estas habilidades por su propia iniciativa.
Vestirse solos a partir de los 2 años
Los padres deben facilitar a los niños que se comiencen a vestir en cuanto los pequeños lo demanden. Si se sienten preparados, aproximadamente a los 2 años empezarán a intentarlo. La edad puede variar según el nivel de desarrollo del pequeño, o si presenta alguna discapacidad motora o intelectual.
Existe una pauta común a todos los niños: les cuesta más colocarse las prendas superiores que las inferiores, y saben mejor desnudarse que vestirse. Para lograr que el pequeño progrese, puedes aportarle ropa sencilla de poner. Ese factor evitará que el pequeño se desanime si no atina a ponérsela, ni te pida a ti que lo vistas. Lo normal es que entre los 2 años y los 30 meses de vida ya sepan desvestirse al completo sin ayuda paterna.
Puedes entrenar su habilidad para vestirse precisamente cuando el pequeño debe quitarse la ropa para bañarse. Les resultará más fácil comenzar a familiarizarse con el proceso a la inversa. Aprender a colocarse la ropa en el orden correcto y con habilidad demorará a partir de los 3 años de edad aproximadamente. Con esos años es probable que ya obtenga habilidad suficiente como para ponerse sus chaquetas y abrigos, pero será menos hábil con los botones o cremalleras.
Inicia la enseñanza del niño lo antes posible. En cuanto muestre interés por realizar solo estas tareas, es probable que hasta él mismo te lo solicite. Sin embargo, no te empeñes en el factor rapidez de su entrenamiento. Tu papel se limita a suministrarle indicaciones o echar una mano puntual. Evita la prisa: el pequeño demandará su tiempo de aprendizaje según su nivel de madurez y habilidad, y al adulto le corresponde adaptarse. El pequeño nunca aprenderá a vestirse solo a la primera.
Recompensa de forma evidente los avances del niño. No implica comprarle un regalo material. El pequeño se siente recompensado por un reconocimiento del adulto mediante elogios y otros refuerzos positivos del comportamiento. Permítele decidir cuál prenda colocarse solo. A lo sumo, ofrécele un par de opciones o tres de vestimenta y que elija con cuál vestirse.
Establece una rutina diaria. Las pautas repetidas permiten que el pequeño se centre y disminuye la tensión por la tarea. Mediante la costumbre, terminará por acostumbrarse a ejecutar las mismas acciones en un determinado momento del día.