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Psicomotricidad fina
La Psicomotricidad fina es la habilidad que consiste en coordinar con precisión el movimiento de determinadas partes del cuerpo a la vez. Es necesaria para poder realizar las tareas diarias del cole y de casa: acercarse la cuchara a la boca, puntear un dibujo, recortar una figura o escribir.
Todas las capacidades que conforman la psicomotricidad fina son entrenables mediante tareas simples como: ensartar, punzonar, enlazar, cortar, dibujar, colorear, modelar, enhebrar, abotonar, etc.
Hemos preparado una selección de juegos y materiales para que los más pequeños trabajen la psicomotricidad fina jugando.
Los movimientos corporales voluntarios se ejecutan gracias al trabajo coordinado del sistema nervioso, las articulaciones y los músculos. El niño comienza a madurar su motricidad desde el nacimiento. A su ritmo, aprende habilidades como gatear, sentarse o manipular objetos. La motricidad fina consiste en aquellos movimientos de corto recorrido y gran precisión, como sujetar un lapicero.
Trabajo de la motricidad fina mediante el juego
El juego sirve al niño de motivación para el aprendizaje y para asentar conocimientos. La motricidad fina se entrena con juegos de habilidad, entre ellos:
- Juegos para dedos, como el Twister o las marionetas, que precisan que el niño afine los movimientos para ejecutar las actividades propuestas.
- Manualidades y papiroflexia. Desde moldear figuras con plastilina, hasta actividades de recortar y doblar papel, la gama de juegos de Akros permite entrenar la destreza manual.
- Juegos de ingenio o de encajar piezas. En ellos entran juegos de madera como los puzles o Camelot jr. Los jugadores deben manipular y encajar las piezas siguiendo las reglas del juego. Se desarrollan al tiempo la motricidad fina y la capacidad lógica.
Importancia de la motricidad en el desarrollo del niño
La maduración de las motricidades gruesa y fina conlleva el crecimiento de otras facetas en la vida del niño, entre ellas:
- Desarrollo del habla. El habla es una actividad que se ejecuta mediante la coordinación de múltiples sistemas. La gran cantidad de músculos que intervienen en la pronunciación, precisan que la motricidad fina esté suficientemente desarrollada para que el niño pueda comunicarse con fluidez.
- Desarrollo de la socialización. El niño debe ser capaz de poder jugar con otros pequeños y realizar actividades físicas en equipo. En caso de verse incapaz de seguir el ritmo de los demás, el niño puede rehuir de la socialización, o incluso resultar apartado del grupo por parte de los demás niños.
- Desarrollo físico y sensorial. El ejercicio físico en sí aumenta la autoestima, mejora el sistema inmunológico, y posibilita el correcto desarrollo de los músculos huesos y sistema nervioso. En cuanto a la maduración sensorial, el niño mejora su orientación y coordinación mediante el juego.
- Maduración mental. Las facultades cognitivas se incrementan cuando la motricidad del pequeño ha madurado con normalidad. Los niños activos desde el plano físico son más receptivos ante el aprendizaje y gozan de mejor capacidad de concentración.
- Estabilidad emocional. Los pequeños en buena forma física, suelen poseer estabilidad emocional y mejor comportamiento, pues la actividad les sirve para descargar tensiones.